Definición y orígenes del concepto
En las zonas de sacrificio se localizan de forma concentrada diversos proyectos de acumulación de capital en favor de los intereses urbanos, agroindustriales e industriales (químicos, metalúrgicos, de extracción o termoeléctricos) con sus dinámicas de despojo y explotación múltiple provocando niveles extremos de intoxicación y envenenamiento de las fuentes de vida y de las poblaciones que habitan en esos territorios. Esto es, en estos territorios se imponen lógicas de sacrificio a costa de la calidad de vida de las poblaciones y de la naturaleza, las cuales generan y profundizan procesos intensos de devastación poniendo en entredicho las condiciones básicas para la reproducción de la vida humana y no humana.
En el marco de la acumulación del capital, estas zonas son los sitios de las consecuencias indeseadas o externalidades de los procesos de (re)producción del valor, y esto es posible por una serie de decisiones estatales y empresariales que se buscan ocultar o negar de manera sistemática ante los reclamos de las poblaciones afectadas. Detrás de cada zona de sacrificio hay una construcción o una producción histórica, es decir, transformaciones largas y profundas que van gestando las condiciones de posibilidad para imponer y naturalizar la devastación. Carlos Tornel lo argumenta: “las zonas de sacrificio reflejan una idea colonial de más de 500 años, vinculada a una matriz de poder colonial que perpetúa la superioridad racial, privilegia la modernidad occidental e impone estructuras jerárquicas de explotación”, estos designios también son ontológicos y epistémicos en tanto la mentalidad colonial capitalista considera ciertos espacios como sacrificables. Por su parte, Reinart plantea “de alguna manera, en alguna parte, se ha hecho un cálculo, una relación establecida entre la ofrenda y el retorno de tal manera que la destrucción parece justificada y lógica” .
El concepto nació en Estados Unidos durante la Guerra Fría y fue utilizado por primera vez por el gobierno para designar áreas destinadas a alojar residuos radiactivos desprendidos de la generación de armas nucleares y la minería de uranio, estas zonas fueron llamadas “National Sacrifice Zones” (Zonas Nacionales de Sacrificio). El condado de Black Hills, Dakota del Sur fue el repositorio de residuos tóxicos. Sin embargo, no fue sino hasta los primeros años de la década del 2000 que comenzaron a presentarse efectos a la salud: cánceres, defectos congénitos, aumento de mortalidad, entre otros. En ese momento, las comunidades residentes de Black Hills recuperaron la noción zonas de sacrificio para denunciar la intencionalidad del gobierno estadounidense de alojar residuos altamente tóxicos en el territorio de una población perteneciente a una minoría étnica que había enfrentado históricamente el ataque colonial. Posteriormente, este concepto fue importado y re-apropiado en América Latina junto con los contenidos de la justicia ambiental “como concepto-parteaguas que ha cobijado y nutrido los sentidos de una serie de luchas contra la devastación socioambiental que impacta de manera desigual en los territorios.”
Filosofías y prácticas asociadas
La noción zonas de sacrificio permite hacer visibles los daños socioambientales propios de una concentración y superposición de dinámicas capitalistas que contaminan, intoxican y alteran radicalmente el tejido de la vida. Además, este concepto abre una conversación acerca de la distribución desigual de daños ambientales, los cuales están atravesados por las condiciones de género, raza y clase. Es por ello que, distintas luchas que resisten a la intoxicación de los territorios, se han apropiado de este concepto para denunciar la imposición de la zonificación del desastre. La idea de zonas de sacrificio no sólo es un concepto teórico que ha germinado desde la academia para nombrar un fenómeno social, es más una semilla que las luchas contra la zonificación del desastre han cultivado para comprender y denunciar las múltiples violencias que viven por la presencia de actividades destructivas. Allí radica su potencial heurístico.
Retos y oportunidades
La expresión zonas de sacrificio ha sido apropiada estratégicamente por las poblaciones afectadas y movilizadas, quienes han advertido de la violencia del concepto en términos de lo que significa que un territorio sea destinado por decisión estatal al sacrificio. En ese sentido, alertan sobre el riesgo de naturalizar o resignarse ante tal imposición, así como quedar atrapados en la identidad de víctimas de la injusticia ambiental, borrando con ello, su agencia política.
En ese sentido, se sugiere no perder de vista que, el uso estratégico de la noción zona de sacrificio es para alertar y denunciar la imposición de lo que los territorios están padeciendo y diagnosticar las especificidades de la violencia sacrificial y sus implicaciones, no para naturalizar o normalizar una condición y el sufrimiento que ésta conlleva. De ahí que las poblaciones afectadas y movilizadas estén posicionando otras gramáticas para nombrar las prácticas de conservación, persistencia, resistencia y creación para reproducir la vida a pesar y en medio de la devastación.
Una hipótesis política que se enuncia en distintas luchas, es no pensar en las zonas de sacrificio como archipiélagos impermeables e infranqueables del resto de poblaciones y territorios no directamente afectados. Si bien hay cuerpos y territorios que se localizan en las primeras franjas de exposición a la devastación más radical de las condiciones de vida, eso no significa que, el sacrificio no sea una tendencia que se esté expandiendo aceleradamente a cada vez más sitios del planeta. De ahí que convenga escuchar atentamente lo que estas luchas vienen planteando y activar sentidos de obligación y responsabilización colectiva.
Ejemplos
Como ejemplo de su uso y apropiación tenemos las luchas de Quintero y Puchuncaví en Chile quienes han reconocido, mapeado y condenado la afectación socioambiental en su territorio por la presencia de complejos industriales, particularmente por la fundición de cobre. Estas poblaciones se reapropiaron del concepto para denunciar la actuación del Estado en relación con la distribución desigual del daño ecológico con tal de garantizar un modelo económico desarrollista. Resalta en este territorio la lucha de las Mujeres de Zonas de Sacrificio en Resistencia (MZSR), “cuando nacen se buscan como nombre mujeres de zonas de sacrificio, un título un poco duro, para denominarse como expresión de violencia muy fuerte, muy directa, no obstante y cuestionando esa de alguna manera inacción, como no agencia, ellas hablan de que se le agregan al título mujeres de zonas de sacrificio en resistencia, y allí ellas inician este proceso también de repensarse, repensar sus territorios y activarse en múltiples niveles.”
También vemos a la población indígena del Parque Nacional Yasuní, quienes denunciaron al Estado por su insistencia de sacrificar la zona por un bien mayor para sostener la economía del país a partir de la explotación del petróleo de dicho parque, considerando a este territorio y toda vida que alberga (siendo actualmente el lugar más biodiverso del planeta), como inferiores, “una ofrenda para alcanzar un bien superior, un bien universal, con connotaciones morales, casi heróicas.”
En México también persisten experiencias contra la zonificación del desastre. Tal es el caso de la lucha de la Agrupación Un Salto de Vida, conformada por habitantes de El Salto y Juanacatlán contra la devastación territorial de la Cuenca Alta del Río Santiago, una de las más contaminadas del país. La Agrupación, ha denunciado y visibilizado las especificidades de ciertos territorios en términos de superposición de conflictos y niveles de explotación a gran escala, insistiendo en el develamiento de una intencionalidad y planificación detrás de la producción de regiones en donde se concentran actividades productivas que extraen fuerza vital y vierten sus desechos, provocando así una serie de enfermedades y daños muchas veces irreversibles en el territorio.
En suma, el concepto zonas de sacrificio ha demostrado un gran potencial político y analítico pues permite a los entramados colectivos denunciar y visibilizar la zonificación de la devastación socioambiental y sus efectos, pero también desplegar prácticas y horizontes de afirmación y reproducción de la vida. En cada uno de los ejemplos presentados, las poblaciones organizadas han podido reafirmar la necesidad de producir alternativas y visibilizar las persistencias de la vida por resistir y re-existir en estos territorios profundamente devastados.
Exploración adicional
Revista: Habitar la devastación territorial, normalizar la enfermedad y la muerte. Diálogos desde el Sur Global para comprender las zonas de sacrificio Dossier https://bajoelvolcanx.buap.mx/index.php/bajovolc/article/view/770 Presentación y diálogo con colectivos que luchan contra las zonas de sacrificio en México https://www.youtube.com/watch?v=e01uhl82gf0 Página web: Observatorio Zonas de Sacrificio en México https://www.zonasdesacrificio.mx/ Artículo: Violencia biocida sobre los cuerpos territorios en resistencia de la Cuenca Alta del Río Santiago (ejemplos visuales): https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/558612/7_Violencia_biocida_web.pdf Artículo: Una aproximación decolonial a las Zonas de sacrificio en Chile https://www.scielo.br/j/vb/a/vtQ6tPk9TWjThNfhNJTLtcv/ Referencias
Barreda Muñoz, V. (2021). Saber-hacer para la lucha. Ampliación de la voz comunitaria, procesos de transformación social y producción de conocimiento para la defensa del territorio en Santa María Zacatepec, Juan C. Bonilla, Puebla. Tesis de maestría. México: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Bolados, P., & Jerez, B. (2019). Genealogía de un desastre: la historia ambiental de una zona de sacrificio en la bahía de Quintero, Chile. Pensamento crítico latino-americano. Reflexões sobre políticas e fronteiras. Annablume. Bolados, P., Merlinsky, G., Navarro, M.L. 2024. Diálogos en torno a las zonas de sacrificio desde el sur global. Mesa de diálogo. V Congreso Latinoamericano de Ecología Política. CLACSO. UACM. Ciudad de México. Bravo, Elizabeth. 2023. Zonas de sacrificio y defensa territorial: El caso de las consultas del Yasuní y del Chocó andino. Semillas. https://semillas.org.co/es/publicaciones/zonas-de-sacrificio-y-defensa-territorial-el-caso-de-las-consultas-del-yasuni-y-del-choco-andino Carmona Gutiérrez, A., Barreda Muñoz, V. M. X., & Navarro Trujillo, M. L. (2024). Nombrar la devastación radical de la vida. Hacia una lectura eco-política de las zonas de sacrificio desde la cuenca alta del río Santiago en México. BAJO EL VOLCÁN. REVISTA DEL POSGRADO DE SOCIOLOGÍA. BUAP, 192–237. https://doi.org/10.32399/ICSYH.bvbuap.2954-4300.2024.6.11.782 Tornel, Carlos. 2024. El desarrollo como terricidio: zonas de sacrificio y extractivismo como política de Estado en México. BAJO EL VOLCÁN. REVISTA DEL POSGRADO DE SOCIOLOGÍA. BUAP, 18–61. https://doi.org/10.32399/ICSYH.bvbuap.2954-4300.2024.6.11.771
Semblanza de las autoras
Verónica Barreda, es maestra en sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Su labor ha estado enfocada en procesos de investigación sobre ecología política, feminismos y producción de saber para la defensa del territorio. Es integrante del Colectivo Luchas y Horizontes para una Transición Ecopolítica de la Cuenca Alta del Río Santiago, donde colabora en la construcción de procesos de investigación estratégica con la agrupación Un Salto de Vida desde 2022.
Mina Lorena Navarro es profesora e investigadora del Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, México. Co-coordina el área de Entramados Comunitarios y Formas de lo Político en la BUAP. Integrante del Colectivo Luchas y Horizontes Comunitarios para una Transición Ecopolítica en la Cuenca Alta del Río Santiago. Activista de Bajo Tierra Ediciones y Terraformar. Librespacio Cultural en Puebla.